Serie de tapices inspirados en las murallas de Machu Picchu, Perú.

Tejidos con fibras de llama y oveja criados en Magallanes, Patagonia chilena. Tejidos en telar.

Textile art tapestry Claudia Wool

Hace muchos años, en el 2016 creo, viajé con mi familia a la zona sur de Perú. Cruzamos hasta la ciudad de Tacna desde la frontera chilena en nuestro primer motorhome. Ya desde nuestra primera parada nos deleitamos con la gastronomía peruana y la amabilidad de sus habitantes. Aunque antes tuvimos que acostumbrarnos a su alocado tránsito.

Luego de unos días conociendo la ciudad y los mercados de Tacna, nos trasladamos a la preciosa ciudad blanca de Arequipa, conocida por su arquitectura barroca construida con sillar, una piedra volcánica blanca. El paisaje es coronado por la presencia de 3 imponentes volcanes que la rodean.

Luego de varios días continuamos nuestro camino hacia la mágica ciudad Inca Machu Picchu. Nos trasladamos hasta Puno, luego Cuzco, Ollantaytambo, Aguas Calientes y finalmente llegamos a nuestro destino.

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Su construcción causó tal impresión en mí, que me tomó muchísimo tiempo procesar toda la información que se colaba por mis sentidos. El paso del tiempo no fue un problema para mí. Diría que fue todo lo contrario. Tomar distancia de la experiencia me ayudó a comprenderla y a dimensionarla. En ningún caso el paso del tiempo contribuyó a desdibujar los recuerdos. Pues la impresión quedó grabada a nivel celular, imposible de borrar.

Sin embargo, fue muchos años después que comencé a tejer los muros de Machu Picchu. Una serie de tapices tejidos en telar con algodón y fibras de llama y oveja criados en la región de Magallanes, en la Patagonia chilena. Supongo que ocurrió cuando debía ocurrir. Ni antes ni después. Cuando estuve lista. Solo comencé a tejer.

Ni siquiera utilicé bocetos. No busqué las fotografías de la época. No recurrí a referencias. Nada. Absolutamente nada. Solo indagué en mi memoria. Y me lancé. Como casi todo lo que hago en la vida. Me escucho. Me siento. Me leo. Me lanzo

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